Las campañas presidenciales al pizarrón: cuatro miradas a las principales candidaturas chilenas

El País

Expertos en materia política analizan los mensajes, momentos y estrategias de Jara, Kast, Kaiser y Matthei

Matthei, atrapada entre dos fuegos

Por Stephanie Alenda, académica de la Universidad Andrés Bello y directora del núcleo Milenio sobre crisis políticas en América Latina

En el terreno programático, Evelyn Matthei tuvo dificultades para transmitir con claridad qué la distinguía de sus competidores y no logró construir una narrativa convincente en torno a una visión de país. Intentó proyectar la imagen de una candidata distante de los extremos ideológicos, pero la claridad de ese posicionamiento se vio afectada por un discurso contradictorio, tanto de ella como de su equipo de campaña.

En septiembre relanzó su campaña con un llamado a quienes habían respaldado el Rechazo en el plebiscito constitucional, e incorporó apoyos de partidos de centro: Amarillos por Chile y Demócratas. Buscó ampliar su base de apoyo más allá de su coalición tradicional y proyectar capacidad para tender puentes con sectores moderados, en un escenario político marcado por la polarización. El momento más complejo fue en abril, cuando justificó el golpe de Estado de 1973 al afirmar que en ese momento “no había otra” opción que la intervención militar, que “nos íbamos derechito a Cuba”, y agregó que “probablemente, al principio, en el 73, 74, era bien inevitable que hubiesen muertos, porque estábamos en una guerra civil”. La declaración generó un fuerte rechazo de distintos sectores, que interpretaron sus palabras como una relativización de las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura militar.

Su apoyo se ha ido erosionando a raíz de una serie de tropiezos acumulados: desde errores comunicacionales hasta reiterados cambios en el equipo, decisiones que pusieron en duda la coherencia del diseño estratégico y terminaron por desgastar a la candidata, afectando su imagen de gobernabilidad y moderación. El intento de ajustar la estrategia a medida que caía en las encuestas reforzó la percepción de improvisación. Tampoco logró sostener una diferenciación consistente frente a los contendores de una derecha radical. Así, perdió la oportunidad de consolidar un proyecto de centroderecha sólido, capaz de reivindicar con firmeza —y sin contradicciones— la herencia del piñerismo, tanto en su orientación ideológica como en su experiencia de gestión. En su lugar, proyectó una disonancia entre el tono moderado que buscaba transmitir y algunas declaraciones más afines a la derecha dura. El resultado fue una candidata atrapada entre dos fuegos. Las encuestas la sitúan en el tercer e incluso cuarto lugar, ante la posibilidad de ser superada por el candidato de extrema derecha, Johannes Kaiser. Algunos sondeos pronostican incluso un empate técnico entre los tres aspirantes de la derecha —Matthei, Kast y Kaiser—, configurando así un escenario todavía incierto.

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